Endeudados, preocupados y deprimidos, muchos griegos buscan apoyo moral en los centros de ayuda Ekpizo. Un reportaje en Atenas, en una terapia de grupo.
Una empleada de un organismo público de acogida a trabajadores que será pronto suprimido por el Gobierno, amenaza con saltar. Atenas, 15 de febrero de 2012.
Cuando la interlocutora entra en la sala, el clima glacial se relaja un poco. Son las 18 horas y nos encontramos en Ekpizo, en el centro de Atenas, un centro de ayuda para las personas sumidas en las deudas en Grecia y que se ocupa de los que no logran salir de la situación. “Hace más de un año y medio que escucho las mismas palabras”, comenta Lila Linardatou que trabaja en Ekipzo. Esta jurista intenta dar consejos a los que desean negociar un aplazamientodel pago con su banco. “Nuestro objetivo es evitar lo peor”, afirma.
Más de 6.000 personas se han dirigido ya a Ekipzo, donde un grupo de juristas, psicólogos y psiquiatras, todos voluntarios, intentan tranquilizar a los que, bajo el peso de la crisis, comienzan a hundirse.
Cuatro ya se han suicidado
Los minutos pasan y los participantes comienzan a abrirse un poco. Todos aportan un mosaico de experiencias que ilustran las diversas y variadas formas que puede adoptar el endeudamiento excesivo. Consumidores que utilizan una tarjeta de crédito para pagar otra, padres de familia que se han endeudado “hasta el cuello” tras sufrir problemas de salud y que no han vuelto a levantar cabeza, gente que vive en un atolladero a la espera de una salida que nunca llega.
“La situación es insostenible. Las empresas de crédito nos llaman hasta diez veces al día y nos amenazan”, relata Konstantinos Venerdos, que tuvo que jubilarse recientemente por problemas de salud. “He solicitado un pago amistoso, pero los bancos hacen caso omiso de mi petición. Me quedan sólo 5 euros en el bolsillo para acabar el mes y el pánico me invade. Cada vez pienso más en el suicidio para acabar con esto. Pero también pienso en mi hijo. ¿Qué será de él si me rindo?”, afirma.
Otros han pasado a la acción. “Ya se han suicidado cuatro miembros del grupo en los últimos meses y decenas de ellos tan sólo soportan la situación con medicamentos. Hay que hacer algo para evitar otras víctimas”, comenta preocupada Mikela Christodoulou, otra empleada de Ekipzo.
Miedo de acabar en la calle
Los que acuden a Ekipzo, sometidos a un estrés insostenible, también sufren problemas de salud reales, a menudo como resultado de la angustia psicológica, sobre todo problemas cardíacos o estomacales… “Me acaban de diagnosticar una úlcera”, comenta Dimitri. “Nunca he debido un dracma a nadie, en toda mi vida. Y ahora no puedo pagar mi préstamo”, prosigue este antiguo comerciante que no quiere revelar su apellido. En plena crisis económica, tuvo que cerrar su establecimiento el año pasado.
La sesión de psicoterapia no busca culpables, pero es preciso hacer un reparto de responsabilidades: “Reconozco que caí en un círculo vicioso. Utilizaba una tarjeta de crédito para pagar los gastos de otra”, explica Mario, un funcionario. “Con todas esas propuestas tentadoras de los bancos, acabé teniendo hasta 20 tarjetas distintas. Pero me redujeron el sueldo en varias ocasiones y ahora tengo miedo de acabar en la calle”.